Se dice que en teoría, el punto G o punto Gräfenberg es un área con forma de vaina en la pared frontal de la vagina, detrás del hueso púbico y alrededor de la uretra, que cuando se estimula eleva los niveles de deseo sexual y aumenta la posibilidad de experimentar un orgasmo.
Sin embargo, en 1981 la profesora Beverly Whipple, de la Universidad Rutgers, en New Jersey popularizo la existencia de este, y por el cual se han llevado a cabo múltiples estudios para confirmar su existencia.
Se han realizado varias encuestas en las que se señala que entre el 30% y 54% de las mujeres admiten experimentar este fenómeno.
Gran parte de las mujeres que participaron eran gemelas o mellizas. A todas ellas se le preguntó si tenían el punto G. Si una de las gemelas idénticas respondía que sí, se esperaba que la otra, que tenía genes idénticos, también tuviera la zona erógena. Pero esos no fueron los resultados.
“Las mujeres pueden argumentar que la dieta o el ejercicio ayuda a tener el punto G, pero en realidad es virtualmente imposible encontrar rastros reales”, asegura Tim Spector.
“Este es el mayor estudio realizado hasta el momento, y muestra de manera casi certera que la idea del punto G es subjetiva”, añadió.
Gedis Grudzinskas, ginecólogo, coinciden en el veredicto, y aseguran que el nuevo estudio revela “la diferencia que existe entre la ciencia popular y la biología o la anatomía”.
El punto G fue bautizado así en honor al ginecólogo alemán Ernst Gräfenberg quien lo describió hace más de 50 años y dijo que estaba situado en la parte frontal de la vagina a una altura de entre 2 y 5 centímetros.
El año pasado, científicos italianos afirmaron haber localizado el punto G utilizando el ultrasonido.
Vía | ¿Existe el punto G?
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